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Palabras que sanan: la escritura como herramienta terapéutica.

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Qué es la escritura terapéutica. Las primeras apreciaciones que cabe hacer a la hora de hablar de la función terapéutica del acto de escribir, son de qué modo y por qué causas éste tiene un poder mayor que el pensamiento interno en la organización de la conducta y como promotor de cambios en nuestras actitudes.

PENSAMIENTO INTERNO VS. PALABRA ESCRITA

El pensamiento interno es instantáneo, inmediato, espontáneo. Por tanto, desorganizado, lleno de ambigüedades, redundancias y contradicciones, saltos, interrupciones y superposiciones; se disgrega con facilidad, lo que coloquialmente significamos con la expresión «andarse por las ramas».

Así, suele dar lugar a reflexiones superficiales, incompletas o erróneas, no puede tacharse ni borrarse, ni permite volver sobre las palabras y repasarlas, reorganizarlas ni traducirlas en ideas más complejas de forma sistemática.

Si alguna vez has intentado meditar, te habrás dado cuenta de ello. Si aún no has probado, te sugiero que lo hagas.

Por el contrario, la palabra escrita proporciona la distancia necesaria

La palabra escrita puede ser por tanto, también terapéutica.  La escritura terapéutica conecta con la escritura terapéutica en muchos puntos pero también se diferencian enormemente:

En la escritura terapéutica, el público objetivo soy únicamente yo mismo, de modo que tienen relativa o nula importancia las opiniones de los demás, y los criterios estilísticos, ortográficos o gramaticales.

Solo nos importa el esfuerzo consciente por detenernos en una determinada experiencia, reevaluar sus circunstancias y organizar nuestro mundo interno, y estamos así actuando para que el cerebro alcance una nueva representación del significado de aquello sobre lo que escribimos.

A través de la escritura terapéutica movilizamos una gran cantidad de emociones y podemos iniciar procesos de reelaboración de hechos traumáticos del pasado, de los conflictos en que nos hayamos involucrados en el presente, o de los temores que anticipamos sobre el futuro.

por tanto, la escritura terapéutica es una forma de escritura creativa, pero no toda escritura creativa es terapéutica, en el sentido de que la escritura terapéutica se orienta no a crear belleza para ser admirada desde fuera o para recreo, sino a aumentar la responsabilidad en los propios actos, actitudes y circunstancias de la vida, mejorar el ánimo, reducir la ansiedad y contribuir a reforzar las conductas de autocuidado y la salud, a encarar situaciones problemáticas, a frenar la rumiación…

Y de este modo podemos señalar un conjunto de beneficios que la escritura terapéutica revierte en nuestra salud en una dimensión social, emocional y física.

Así, se ha comprobado que la escritura terapéutica: estimula la protección inmunológica, relaja y mejora la calidad del sueño, ayuda a controlar la presión arterial, reduce el consumo de alcohol y fármacos. Algunas investigaciones, además, confirman que relatar por escrito un hecho traumático hace ceder su poder destructivo.

Dar voz al pensamiento libera el pensamiento, y esto proporciona energía, impulso para actuar con respecto a una determinada preocupación o problema.

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