Fracasar puede ser difícil. Te sientes desconcertado, avergonzado y tu autoestima cae por los suelos. Te cuestionas sobre tus capacidades y te juzgas por incluso haberlo intentado. Además, puedes volverte incapaz de impedir darle vueltas en tu cabeza por mucho tiempo, ni dejar de pensar en que te equivocaste.
Es importante que te des cuenta que sentir todo esto es normal, que reprocharte por sentirte mal no te ayuda. Es necesario que te esfuerces en aceptar cómo te sientes, pues es normal sentirte mal y hasta cierto punto es inevitable. Lo importante es concentrar tus esfuerzos en el aprendizaje que puedes obtener de esta derrota, y te darás cuenta poco a poco que este fracaso no es un reflejo de quien eres ni de lo que vales.
De hecho, un fracaso es algo que le ocurre a todo el mundo. No es el fin del mundo y no es tan malo como lo experimentamos en este momento. El aprendizaje que puede adquirirse tras una derrota es algo muy valioso que permite el crecimiento personal como pocas otras cosas, por lo que es importante mantenerte dispuesto a ver hacia adelante.