El bullying es un abuso sistemático de poder y es definido por un comportamiento agresivo o provocación de daño intencional por pares que se lleva a cabo en varias ocasiones e implica un desequilibrio de poder, ya sea real o percibido, entre la víctima y el intimidador.
El bullying puede tomar la forma de una intimidación directa, que incluye actos físicos y verbales de agresión como golpes, atracos o insultos, o de intimidación indirecta, que se caracteriza por la exclusión social (por ejemplo, evitación del juego) y la propagación de rumores. Los niños pueden estar involucrados en el bullying como víctimas y agresores, y también como víctimas/agresores, un subgrupo de víctimas que también muestran conductas de intimidación.
ocurre en ambientes donde las personas no tienen un perfil relacionado con el grupo al que quieren pertenecer. Esta es la situación de los niños en las aulas escolares o en el hogar con sus hermanos, y se ha comparado con estar ‘enjaulado’ con los demás. En un esfuerzo por establecer una red social o jerarquía, el intimidador tratará de ejercer su poder con todos los niños.
Aquellos que tienen una reacción emocional (por ejemplo, los que gritan, huyen, o se molestan) y que no tienen a nadie o a pocos para defenderlos, son los objetivos repetidos de los intimidadores. Éstos pueden llegar a unirse con otros (para burlarse, molestar, golpear, propagar rumores) como espectadores o incluso como secuaces (agresores/víctimas). Se ha demostrado que las condiciones que fomentan una mayor densidad y mayores jerarquías en las aulas (condiciones de desigualdad), en el hogar, o incluso en las naciones, aumentan el bullying y la estabilidad de la victimización por acoso en el tiempo.
Son varias las consecuencias de la intimidación durante la infancia y la adolescencia hasta la edad de 17 años. Se ha encontrado que los niños víctimas de bullying están consistentemente en mayor riesgo de problemas somáticos comunes tales como resfríos, o problemas psicosomáticos como cefaleas, dolores de estómago o problemas para dormir, y que son más propensos a comenzar a fumar.
También se ha reportado que las víctimas desarrollan más a menudo problemas de internalización y trastornos de ansiedad o depresión. Diseños genéticamente sensibles permitieron la comparación de gemelos monocigotos, que son genéticamente idénticos y viven en los mismos hogares, pero que eran discordantes para experiencias de bullying. Se halló que los problemas de internalización aumentaban con el tiempo sólo en aquellos que eran intimidados, proporcionando fuerte evidencia de que la intimidación más que otros factores explica los aumentos en los problemas de internalización.
Además, en las víctimas de acoso escolar se incrementa significativamente el riesgo de autolesiones o pensamiento suicida en la adolescencia. Por otra parte, se ha encontrado que el ser intimidado en la escuela primaria predice tanto los síntomas de personalidad límite como las experiencias psicóticas, tales como alucinaciones o delirios, en la adolescencia. Dónde fue investigado, los que fueron expuestos ya sea a varias formas de intimidación o fueron intimidados durante largos períodos de tiempo (bullying crónico) tendieron a mostrar más efectos adversos.